Hoy los elfos han decidido que hace buen tiempo para una barbacoa… en diciembre… en el jardín.
Escenario que me he encontrado al bajar a desayunar:
Mini barbacoa de carbón encendida encima de la encimera (sí, con brasas reales, el detector de humos gritando como loco).
Un elfo con gorro de chef y delantal “Kiss the Cook” pinchando trozos de carne con un tenedor tridente.
El otro elfo con gafas de sol, abanicando las brasas con una revista de geocaching y gritando «¡Más fuego, que quede jugoso!».
En las parrillas: tropezones de “carne” perfectamente cortados, con su grasita, su juguito… y un olor que te abre el alma.
Nota pegada con una pinza al lado de la barbacoa:
«Costillitas de reno ahumadas (edición limitada).
Tiempo de cocción: hasta que deje de moverse.
Salsa secreta: kétchup + lágrimas de osito naranja perdedor.»
He flipado tanto que casi me como una… hasta que he visto un osito de gominola verde medio derretido enganchado en la rejilla.
Y luego he visto otro trozo que tenía… ¿rayas rojas y blancas?
Conclusión del Día 8:
La barbacoa está confiscada (y la cocina huele a camping ilegal).
He abierto todas las ventanas y he llamado a emergencias… por si acaso.
Los elfos están ahora sentados en la mesa con una Mahou de juguete brindando: «¡A la salud del que venga después!».
Yo ya solo como ensalada hasta Reyes.
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Mañana igual toca autopsia… o directamente la hoguera para los dos. 🔥🍖😱
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